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17.03.2025

Y el ruido me vence,..

El tiempo me avasalla,

ni río, más callo.

Agotada, desvío de los segundos

el antepenúltimo acento, la obligatoria tilde.


Y en sueños me desahogo hasta

la última palabra y hago daño,

mucho daño, y de ella,

sus lágrimas ni me detiene.

Es mía, la última palabra.


Despierto...

Sus lágrimas ya, me sangran...


A estas alturas, porque no

creerme hasta, tal vez, lo más imposible

Acaso mis ojos lo ven todo?

Pero ya sabéis, la fantasía

de la infancia jamás la desterró,

y las noches son más dulces, más pasajeras...


Llamaremos eterno a los pétalos del deseo,

rojos y secos, rojos y tiernos...


Uno ojos me miran y me obligan a escucharles.

De marrón oscuro era su conversación.

De largas pestañas mi paladar.

Sus oídos, el misterio que ocultan

la sabiduría del que más calla cuando ha de... callar.


Donde la despedido recobra su protagonismo

y el recuerdo la máscara que disfraza el imposible olvido.


Quién te dijo que no podías llorar.

Quién te dijo que las luces del auxilio te fueran a saber... a poco, casi a menos.




Elisabet Mallol López
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